Tuesday, May 05, 2009

La última: Cómo explotar la inteligencia sexual?



 
 

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via josepeguero.net/Ensegundos.net by José Peguero on 5/5/09

Un poco de educación sexual, por favor traten el tema con altura y respeto.

El mayor y más potente órgano sexual no está entre las piernas de hombres y mujeres, sino detrás de las orejas, ha dicho John Money, neuroendocrinólogo de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore (EE. UU.)

Indudablemente, penes y clítoris quedarían sumidos en un soporífero letargo de no ser porque, de vez en cuando, son agitados por estímulos hormonales y mensajes eléctricos elaborados en el sistema nervioso central. Por ejemplo, una descarga de feniletilamina cerebral puede llevar a la lujuria, mientras que la secreción de oxitocina refuerza los lazos emocionales que propician la monogamia; y el orgasmo se puede resumir en una secuencia de sacudidas electrizantes. No se equivoca Irwin Goldstein, urólogo de la Universidad de Boston, al afirmar que el cerebro es el órgano sexual más importante.

Lejos de tener mente propia, como aseveró Leonardo da Vinci hace 500 años, el pene —y también el clítoris— está sujeto a la dictadura de nuestro encéfalo. Éste rige la conducta erótica del ser humano, desde los impulsos primitivos hasta las sensaciones libidinosas más elaboradas. El control del instinto sexual reside en el sistema límbico, la sede de las emociones. Pero junto a esta especie de cerebro de mamífero primitivo, como lo define el neurólogo Paul McLean, del Laboratorio de Evolución del Cerebro y el Comportamiento, en Poolesville (Maryland), opera otro cerebro de reciente aparición en términos evolutivos. Se trata del neocórtex, una hoja de tejido doblada, de unos tres milímetros de espesor, que en el ser humano se ha desarrollado a modo de casquete pensante que arropa el resto de la materia gris. El neocórtex o corteza cerebral otorga al erotismo humano una dimensión desconocida en las otras 4300 especies de mamífero que hay en el mundo; en la nuestra, el sexo no sólo es un instrumento para la perpetuación de la especie, sino que cumple también una definida función de relación social. En palabras del profesor Alonso de Medina, en el hombre el acto sexual es algo más que el puro sexo bestial de procreación; es también un sexo de relación, un diálogo físico, una actividad lúdica que sirve al propósito de unión de la pareja.

En este punto hay que decir que los éxitos y fracasos de nuestras relaciones amorosas no son fruto de los antojos de Cupido. Así es, la conducta sexual aparece deslindada por nuestros conocimientos y fantasías sexuales, así como por los tabúes, los mitos, las inhibiciones, las creencias religiosas y morales, las carencias emocionales, las experiencias traumáticas y la educación recibida, entre otros muchos factores. De este modo, la dimensión erótica de un individuo queda establecida por su nivel de inteligencia sexual, un revolucionario concepto introducido por los psicólogos Sheree Conrad y Michael Milburn, de la Universidad de Massachussets, en Boston, que desarrollan en su libro Inteligencia sexual. Para estos autores, la dimensión erótica de cada persona está fijada por su coeficiente de inteligencia sexual. Ésta constituye una parcela de nuestra capacidad intelectual tan importante como la inteligencia emocional, descrita recientemente por el psicólogo Daniel Goleman, y los otros nueve tipos de inteligencia —lingüística, musical, naturalista y existencial, por mencionar algunas— propuestos por el también psicólogo Howard Gardner, de la Universidad de Harvard.

Fuente: www.tvbus.tv


 
 

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