Saturday, February 21, 2009

Indignación en el Palacio de la Policía



 
 

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via Ahiequeprende.com by Giloria on 2/13/09

En Ahí E' Que Prende nos sentimos no solo honrados sino también responsables de hacer eco de algunas situaciones frustrantes que viven nuestros lectores con las autoridades de nuestro país. José Luis Sillé nos hace llegar esta carta donde nos cuenta su increíble experiencia en el Palacio de la Policía. Lean esto, y esperemos que llegue a las autoridades, si es que todavía queda alguna.

El pasado lunes 9 de Febrero me dirigí a llevar mi carro al taller próximo al edificio de la cámara de cuentas (Huacalito). Aproveché el tiempo para bajar a la 30 de marzo a comprar un cable en una de las tiendas electrónicas y al salir, caminé hasta el Banco Popular que queda en la misma avenida 27 de Febrero esquina Barahona. Al salir del banco, con $1,900 pesos que tomé del cajero, continué mi camino hacia el taller, cuando dos hombres en un motor (de los que llaman Saltamontes) me silbaron, y gritaron que me acercara hacia ellos. Al ver inmediatamente que ambos estaban armados y vestidos de civiles, mi instinto fue correr hacia el medio de la avenida, para llamar la atención, ya que pensé que era un atraco. De inmediato, ellos se desmontaron del motor, y no tuve escapatoria. Me aferré a una de las ventanas de un minibús que se detuvo detrás de mí y le supliqué que me ayudara, ya que estaba convencido de que ellos eran asaltantes.

Entre pánico y desesperación, los individuos me sujetaron, proceden a esposarme y me dicen entre palabras vulgares que son POLICÍAS. Yo, incrédulo al respecto, grito por ayuda, y le pido a uno de los curiosos que por favor llame a la policía de verdad.

Ellos me preguntaron que llevaba yo en mi mochila, les dije que un cable, mi celular y mi iPod. Procedieron a cargarme, para montarme a la fuerza en el motor. Ya esposado, todo el camino, estos individuos me llevaban encañonado, y me amenazaban que si seguía gritando, me dispararían. Inclusive, cuando pasamos por la clínica de Otorrino, había un operativo de la AMET, y yo los vi, ellos notaron mi intención de gritarles, y me dijeron que no me atreviera, de lo contrario, con un par de "plomazos" no hablaría más.

La gran sorpresa me la llevé cuando vi que el motor dobló por la avenida Leopoldo Navarro, y entró al Palacio de la Policía. Entonces, uno de ellos me condujo hacia el departamento de robo, y por los pasillos, yo le decía que tenía que haber un error, éste dijo estar ya harto de mí, y me golpeo con una trompada entre el oído y la mandíbula del lado derecho, yo caigo boca arriba, y por la cadena de las esposas me arrastra hasta la oficina del departamento de robo, y me piden que me hinque.

Leo un diploma que esta colgado al lado de la foto del Jefe de la Policía y leo el nombre de Teniente Jose Fortuna Boció, pero él no es de los "policías" que me llevaron. Boció aún no ha llegado. Estos individuos, me preguntan que dónde puse la pistola, que ya yo no haré más "tumbes" porque ya "ellos saben lo mío" y una serie de calumnias que decían para preparar su terreno.

Luego, entra el dueño de la oficina, el Teniente Fortuna Boció, y yo, aun hincado, me pide que pare y me cuestiona sobre mi domicilio, mi oficio y sobre los artículos que tengo en mi mochila. Toma mi cartera, saca todas mis tarjetas y el dinero lo pone en sus bolsillos. En ese momento me pregunta que donde trabajo, y noto su cara de duda, pero una compañera mía me llama a mi celular y él lo contesta haciéndose pasar por mi, luego le dice, le dice la verdad, le dice que yo estoy preso. Le pide a ella una serie de informaciones sobre mí, sobre mi cargo en la empresa. Yo le pido que me deje hacer una llamada, el me dice que eso será después de la depuración.

Le pide a uno de los individuos que me lleve a enfermería para hacerme un análisis de que no tengo ningún golpe. En ese cuarto está una enfermera que le pide al policía que asegure bien la puerta y le ponga el pestillo. Ella me indica que me quite toda la ropa y me de la vuelta y sentada en su escritorio, "me examina" y certifica que efectivamente, no tengo ningún golpe.

Pasan a tomarme las huellas, que según ellos son para depurarme, misma que servirían para ver si no tengo antecedentes delictivos, y de ahí, me llevan a la oficina del teniente. Cuanto caminábamos el policía y yo, en el patio del palacio bajo lluvia, el me dijo que yo era un "palomo" porque yo sabía como eso se resolvía y lo deje llegar hasta ahí por estar gritando como un "pendejo" que me atracaban.

Fue entonces cuando el teniente me dio mi celular para hacer la esperada llamada. Le marqué a un amigo cuya madre es sargento para que ella fuera a ayudarme. Aun permanezco esposado.

Me llevan al cuarto de guardias con otros detenidos, también esposados y alguien entra y pregunta mi nombre, me pasa el teléfono y era la sargento amiga mía. A ella le comenté sobre los golpes y ella le reclamó al teniente. Al minuto un de ellos me dice que no debí decirle a la sargento lo de los golpes, porque "eso le traía problemas al teniente y no sabía el lío en el que me estaba metiendo"… que con "dos tiros yo tendría para callarme".

Llegan mis parientes, llega la sargento y comienza el teatro, haciéndoles creer que no me habían maltratado, el teniente saca de su gaveta mi iPod y mi celular, y se para, saca del bolsillo mi dinero y lo pone todo en el escritorio y manda a hacer un acta de entrega para que yo la firme. Obviamente, bajo amenazas, no podía decir que me golpearon.

Soy un joven de 28 años, trabajo en una empresa privada, estudiante de término. Esto le puede estar pasando ahora mismo a otra persona, dentro del mismo Palacio de la Policía… la entidad del orden y la seguridad ciudadana.

José Luis Sillé


 
 

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